miércoles, 11 de mayo de 2011

Mujeres de Rectitud y Propósito

Poco he escrito ultimamente, básicamente se explica por el reordenamiento que estoy haciendo incluyendo a mi nuevo bebe y además reordenando prioridades, tarea que me está tomando un poquito de tiempo. Sin embargo, quiero que sepan que ustedes chicas son una de estas importantes prioridades, a las que presisamente quiero servir mejor.
Esta mañana estuve estudiando las escrituras, que es algo que presisamente reordené en mis prioridades, para adquirir la fortaleza que necesito para andar en el dia. Y en esos capitulos 2 Nefi 13 y 14 habla en cuanto a la purificación de nosotras las mujeres. Y busqué un poquito más acerca de la mujer en Lds.org y encontré este artículo  de mucho valor para nosotras las mujeres:  Mujeres de Rectitud Mujeres de rectitud, Elder Russell Ballar, charla en devocional dado en la Universidad de Brigham Young University, 13 March 2001) del cual comparto algunos párrafos para nuestra meditación:
Más que nunca precisamos mujeres de fe,
de virtud, de visión y de caridad
 que oigan y respondan a la voz del Señor
(Debido a que creemos en la doctrina de que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos, las mujeres a veces se preguntan)“¿Depende el valor de una mujer exclusivamente de su papel como esposa y madre?”. La respuesta es sencilla y obvia: No. Aunque no hay nada que pueda hacer mujer alguna que tenga un impacto más duradero y eterno que el enseñar a sus hijos a caminar en rectitud, el valor de ella no se basa únicamente en el hecho de que sea madre ni en su estado marital. ...

Aunque no existe una contribución más importante que se pueda realizar a la sociedad, a la Iglesia o al destino eterno de los hijos de nuestro Padre que la que ustedes realizan como madres y padres, la maternidad y la paternidad no son las únicas medidas de rectitud ni de la aceptación de una persona ante el Señor. Todo hombre y mujer rectos tienen un papel importante que realizar en el avance del reino de Dios. 
... Creemos que el plan de Dios es que ustedes sean reinas y reciban las bendiciones más elevadas que toda mujer puede recibir en esta vida y en la eternidad. Por otro lado, el plan de Satanás consiste en que ustedes se ocupen tanto con las cosas superficiales del mundo que pierdan por completo la visión de lo que han venido a ser y hacer aquí. Recuerden que Satanás desea que “todos los hombres sean miserables como él” (2 Nefi 2:27). Jamás pierdan su preciada identidad al hacer algo que pueda poner en peligro el prometido futuro eterno que su Padre Celestial les ha preparado.

(se pueden preguntar) ¿Hay algo de mi aporte que sea importante para el Señor? ¿Me necesita Él en verdad?”  El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) respondió a esa pregunta de la siguiente manera: “Tanto los hombres como las mujeres rectos son una bendición para todos aquellos en cuyas vidas surten influencia.

“…En el mundo anterior a nuestra venida a la tierra, se dieron ciertas asignaciones a las mujeres fieles, mientras que los hombres fieles fueron preordenados a ciertas labores del sacerdocio, y aunque ahora no recordamos los detalles… somos responsables de aquellas cosas que tiempo atrás se esperaron de nosotros” (My Beloved Sisters, 1979, pág. 37).

Toda hermana de esta Iglesia que haya hecho convenios con el Señor tiene el mandato divino de ayudar a salvar almas, de guiar a las mujeres del mundo, de fortalecer los hogares de Sión y de edificar el reino de Dios. La hermana Eliza R. Snow (1804–1887), la segunda presidenta general de la Sociedad de Socorro, dijo que “toda hermana de esta Iglesia debe ser una predicadora de la rectitud… pues tenemos mayores y más elevados privilegios que cualquier otra mujer sobre la faz de la tierra” (“Great Indignation Meeting”, Deseret Evening News, 15 de enero de 1870, pág. 2).

Toda hermana que defiende la verdad y la rectitud disminuye la influencia del mal; toda hermana que fortalece y protege a su familia está haciendo la obra de Dios; toda hermana que vive como una mujer de Dios se convierte en un ejemplo para los demás y planta las semillas de una influencia justa que se cosechará en las décadas venideras. Toda hermana que haga convenios sagrados y los observe llegará a ser un instrumento en las manos de Dios.

Si se están preguntando si son importantes para el Señor, imagínense el impacto que tienen cuando conciertan compromisos como los siguientes:
“Padre, si necesitas una mujer para criar a Tus hijos en rectitud, heme aquí; envíame”.
“Si precisas una mujer que rechace la vulgaridad, se vista con modestia, hable con dignidad y muestre al mundo lo dichoso que es guardar los mandamientos, heme aquí; envíame”.
“Si necesitas una mujer que pueda resistir las seductoras tentaciones del mundo al mantener los ojos fijos en la eternidad, heme aquí; envíame”.
“Si te hace falta una mujer de firmeza fiel, heme aquí; envíame”.
Entre hoy y el día cuando el Señor regrese, Él necesita mujeres en toda familia, en todo barrio, en toda comunidad y en toda nación que se ofrezcan con rectitud y digan a través de sus palabras y hechos: “Heme aquí; envíame”.
Mi pregunta es: “¿Serán ustedes una de esas mujeres?
Sé que la mayoría de ustedes quiere hacerlo pero, ¿cómo lo harán? ¿Cómo responderán constantemente al Señor: “Heme aquí; envíame”, en un mundo lleno de mensajes engañosos sobre la mujer y la familia, y dada la importancia que ambas tienen para el Señor?

Para aquellos que realmente quieren vivir de acuerdo con lo que son, para aquellos que desean ver más allá de los engaños de Satanás y que, cueste lo que cueste, desean arrepentirse cuando sea necesario, tengo dos sugerencias: Primero, escuchen y sigan a los que sostenemos como profetas, videntes y reveladores. Segundo, aprendan a escuchar la voz del Espíritu, o la voz del Señor según la comunica el poder del Espíritu Santo.
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Sigamos al Profeta y a los Doce Apóstoles:
... En el mundo de hoy, donde los comentaristas de radio y televisión pasan las veinticuatro horas exponiendo opiniones contradictorias, donde los mercaderes compiten por todo, desde el dinero de ustedes hasta su voto, en medio de todo esto hay una voz clara, inmaculada y ecuánime en la que siempre podrán confiar, y ésa es la voz del profeta y de los apóstoles vivientes, cuya única intención es “el eterno bienestar de vuestras almas” (2 Nefi 2:30).


¡Piensen en ello! Piensen en el valor de tener una fuente de información en la que puedan confiar siempre, que siempre esté pendiente de sus intereses eternos, que siempre les facilite la verdad inspirada. Se trata de una dádiva y de una guía fenomenales.

Les hago una promesa, una promesa sencilla pero verdadera: Si prestan atención al profeta viviente y a los apóstoles, y dan oído a nuestro consejo, no se irán por mal camino.


Aprendan a Escuchar la Voz del Espíritu
Si quieren evitar las trampas de Satanás, si se sienten confusos o desconcertados ante alguna decisión que deban tomar y necesitan dirección, aprendan a escuchar la voz del Señor tal y como se comunica por medio del Espíritu Santo, y luego, claro está, hagan lo que esa voz les indique.

Nefi enseñó claramente que el Espíritu Santo “es el don de Dios para todos aquellos que lo buscan diligentemente” y que “el que con diligencia busca, hallará” (1 Nefi 10:17, 19). La sorprendente realidad, mis queridos hermanos y hermanas, es que ustedes controlan lo cerca que están del Señor; ustedes determinan la claridad y la disponibilidad de las impresiones del Espíritu Santo; determinan todo eso a través de sus hechos, su actitud, sus decisiones, las cosas que vean, vistan, escuchen y lean, y la sinceridad y regularidad con la que inviten al Espíritu a acompañarles en la vida.
Para todos ustedes sólo hay una manera de salvar de forma segura y con confianza los obstáculos y las oportunidades que son parte del camino de la vida. En primer lugar, escuchen al profeta y a los apóstoles. Estudien los principios que enseñamos. Luego, lleven esos principios ante el Señor y pregúntenle cómo deben aplicarlos a su vida. Pídanle que influya en sus pensamientos, que tiemple sus hechos, que guíe sus pasos. “Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien” (Alma 37:37). Él se comunicará con ustedes a través del poder y la presencia del Espíritu Santo.


Den Oído a las Impresiones del Espíritu


Hay diversas cosas que aumentarán enormemente nuestra capacidad de entender las impresiones del Espíritu Santo, y por tanto, de oír la voz de Dios.

Primero, el ayuno y la oración. 
Segundo, sumergirse en las Escrituras. Las palabras de Cristo “os dirán todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:3).
Tercero, prepararse para pasar tiempo en la casa del Señor.  (D. y C. 109:22) (D. y C. 109:15).
Cuarto, escuchar el consejo de su padre, su madre y su cónyuge. Ellos tienen sabiduría y experiencia; compartan con ellos sus temores y sus preocupaciones.
Quinto, la obediencia y el arrepentimiento.
Para terminar, vuelvo a ustedes, queridas hermanas, ustedes que tienen una capacidad profunda, innata y espiritual para oír la voz del Buen Pastor. No tienen por qué volverse a preguntar si tienen valor ante el Señor y ante las Autoridades Generales de los concilios presidentes de la Iglesia. Las amamos, las apreciamos, las respetamos. Jamás duden que su influencia es completamente vital para preservar a la familia y para contribuir al crecimiento y a la vitalidad espiritual de la Iglesia. Esta Iglesia no alcanzará su destino preordenado sin ustedes. Los hombres no podemos nutrir como lo hacen ustedes. La mayoría de nosotros no tiene la sensibilidad (espiritual ni de cualquier otro tipo) que ustedes tienen inherente a su naturaleza eterna. La influencia que ejercen sobre las familias, los hijos, los jóvenes y los hombres es excepcional. Ustedes son educadoras por naturaleza. Gracias a esos dones y talentos singulares, ustedes son vitales para llevar el Evangelio a todo el mundo y demostrar que hay gozo al vivir tal y como nos han aconsejado los profetas

Ahora más que nunca necesitamos mujeres de fe, virtud, visión y caridad, como reza la declaración de la Sociedad de Socorro (véase Mary Ellen Smoot, “Alégrense, hijas de Sión” Liahona, enero de 2000, pág. 112). Necesitamos mujeres que oigan y respondan a la voz del Señor; mujeres que, cueste lo que cueste, defiendan y protejan a la familia. No queremos mujeres que quieran ser como hombres, que hablen como hombres, que se vistan como ellos, que conduzcan el auto como hacen algunos varones, o que actúen como tales. Necesitamos mujeres que se regocijen en su condición de mujer y que tengan una confirmación espritual de su identidad, su valor y su destino eterno. Pero más que nada, se precisan mujeres que defiendan la verdad y la rectitud, que condenen todo tipo de maldad y digan: “Señor, heme aquí; envíame”.


Les testifico que ustedes son de gran valor, que ésta es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El reino de Dios rodará hasta llenar toda la tierra. Ustedes son llamadas a ser ejemplos y estandartes a todo el mundo, y mostrar a los hombres y las mujeres del mundo que la mujer tiene una disposición natural a hacer el bien y buscar las cosas del Espíritu.

Simplemente les digo: Dios bendiga a las mujeres de la Iglesia.
De un discurso pronunciado en una reunión espiritual en la Universidad Brigham Young el 13 de marzo de 2001).







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